sábado, 2 de diciembre de 2017

Misterio: Asunto serio, pero rehuido socialmente



- La Historia Jamás Contada -

Así como hay épocas del año propicias al misterio, también algunos años resultan definitorios en este aspecto, como para mí el de 1989, en el cual, sin proponérmelo, conocí a dos personas inmersas en él.

No se trataba de iniciados en alguna de tantas Escuelas de Misterios, usualmente asociaciones de intercambio de trivialidades entre morales y “esotéricas” (¿?) en un ambiente de club social, sino gente común que en algún momento había entrado en contacto con algo misterioso y quedado enganchada en la “relación”, racionalizándola de alguna manera. (Incidentalmente, suele ser el caso también de los (llamados) “contactos extraterrestres” más o menos permanentes, de insospechada difusión en nuestros días.)

Lo primero que se nota al conversar -pues no se trata de predicadores histéricos ni cosa parecida- con ella, es su particular visión de la realidad, ampliada, pues incluye elementos y situaciones consideradas fantásticas por quienes no estamos en su misma sintonía. Nada más.

Nada tampoco que ver con el típico sujeto que afirma haber encontrado a un personaje como Jesús y cambiado radicalmente de vida. Esto es tan sólo una conversión religiosa, básicamente un cambio de ideología moral con ribetes sobrenaturales –muy subjetivos, por cierto-.

Tampoco son casos de delirio psicótico, esto es, una fuga de la (agobiante) realidad por causa natural o inducida artificialmente, sino de personas aceptablemente integradas y funcionales pero en las que algún todavía ignoto factor externo provoca ocasionales lapsus.

Pero las cosas asumen otro cariz cuando, por una razón cualquiera, nos introducimos en esa otra realidad, franqueando la barrera de seguridad  que, ideológica y todo, cumple la Razón. Es entonces que caemos en la cuenta de hallarnos en un LABERINTO, cuya salida no podremos encontrar apelando al puro sentido común. (Lo que me trae inmediatamente a la memoria el relato de Charles Lutwidge Dodgson aka Lewis Carroll, ALICE'S ADVENTURES IN WONDERLAND, sobre una realidad trastocada.)

La imagen del laberinto no  es sólo una metáfora, pues a diferencia de otro popular cuento, THE WONDERFUL WIZARD OF OZ, en el que basta con seguir el camino amarillo para hallar lo que se busca, en la(s) realidad(es) alterna(s) éste, aparte de tortuoso, es bastante engañoso, pues tras cada giro no sólo no avizoramos la meta, sino que andamos más perdidos, teniendo tarde o temprano que recurrir a los “expertos” –ministros religiosos, sanadores espirituales, maestros en Ciencias Ocultas, exorcistas, etc.- sólo para descubrir que finalmente no lo son, por mayor que sea el prestigio de que gocen en su medio.

Todo lo cual nos lleva necesariamente a la conclusión de que, como sociedad, no estamos preparados para lidiar con lo Extraño, sobre todo lo extraño cotidiano, en el sentido de que puede presentarse en cualquier momento, como les sucedió a las personas que conocí ese año. (De esta misma situación se ocupa mi amigo Abel Pérez Rojas en su artículo EDUCARSE EN LO EXTRAÑO.)

De la primera, entonces una joven estudiante universitaria, sé que no encontró una forma de salir o, cuando menos, de entrar y salir a voluntad –a pesar de lo voluntariosa que era- de esa alterrealidad que puede ser aterradora, precipitándose en cambio hacia ambientes sectarios –ésos de religión y moral por delante- que no sólo no son de utilidad en estos casos, sino con demasiada frecuencia resultan contraproducentes al hundir aún más al o la paciente en su propia conflictiva emocional, impidiéndole retomar el control de su vida. De la segunda, un señor maduro y con mucho mayor experiencia en el terreno y aparentemente mejor control de la situación, no volví a saber de él.

Tal fue mi primer contacto, no tan indirecto después de todo, con el MISTERIO real, más allá o, mejor dicho, más acá, de su proyección o elaboración artística, también apasionante, sin duda.

Recapitulando, el Misterio es un asunto muy serio, pero al que se  rehúye socialmente, aun habiendo tanto que aprender en él acerca de NOSOTROS MISMOS.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: ancient-origins.net