miércoles, 27 de diciembre de 2017

El miedo a lo desconocido



- La Historia Jamás Contada -

Y la investigación paranormal: un par prácticamente indisoluble que deben asumir responsablemente quienes se adentran en este fascinante campo de la experiencia humana, no sólo como investigadores propiamente dichos, sino también como divulgadores o incluso interesados serios, pues se corre el riesgo permanente de caer en o acrecentar la superstición propia o ajena y hasta convertirse en agentes inconscientes de los Poderes –terrenales, cuando menos- que emplean al primero como instrumento de control.

Hace veinte años fue aquí de sobra conocido el manejo que se hizo del fenómeno –esencialmente mediático- del “chupacabras” para tener en vilo a la población canalizando sus temores difusos, imprecisos, hacia una amenaza mítica, evitándole los rastreara hasta su verdadera causa: las dolosas acciones, apenas encubiertas, del Gobierno. A esta maniobra se le conoce como DESUBICACIÓN.

Pero ya veinte años antes de este incidente, había sucedido algo semejante en Estados Unidos y, a partir de ahí, en el resto del Mundo, comenzando por nosotros, sus “pobres” –en todos sentidos- vecinos, con la novela-película THE EXORCIST (1973), de clara intención proselitista religiosa: “las aventuras de un diablo y una niñita”, como se describía sarcásticamente en un popular comic de la época.

Y esto al margen de la posible realidad OBJETIVA de los fenómenos paranormales a que aludía el contenido de la información o ficción, ocurriendo lo mismo en otro gran apartado del campo de lo extraño: los OVNIS, desde hace décadas toda una religión para muchos.

Tal como lo describió un antropólogo, los humanos tienden a divinizar aquello que no pueden manejar o comprender, apresurándose a atribuir a los fenómenos cosas que por sí mismos no tienen, como una supuesta intención moralizante, algo totalmente fuera de lugar, pero que ha servido a unos para controlar a otros.

Especialmente notorio en los exorcismos, el “arma secreta” para hacerse fast track de nuevos creyentes, aprovechando el estado de desesperación en que se encuentran los posesos –“¿Qué es eso?… ¡Pos’ eso!” y sus allegados afectivamente, tanto exorcistas corporativos –es decir, miembros de una Iglesia ya establecida- como por los que  ven la oportunidad de crear su propia secta. (Esta retorcida dialéctica de culpa y expiación también está implícita en la obra del recientemente fallecido William Peter Blatty, donde Regan es poseída por el Demonio a causa del ateísmo de su madre Chris, la sofisticada aunque conflictuada actriz.)

La investigación de lo (muy) extraño, paranormal, “sobrenatural”, etc. se asoció al correr del siglo XX, con la Parapsicología como sinónimo de Ciencia –seguramente por los trabajos realizados en el ateo y materialista bloque soviético-, lo que no sólo es inexacto sino con la agravante de incluir en ella todo tipo de actividades rituales, cuando su propósito original era simplemente ENTENDER qué sucede durante tales episodios, sin pretender influir mágicamente en su curso, al contrario de lo que afirman los incontables “poseedores de la Verdad” (¿?).

 Es esta actitud crítica del pensamiento mágico-religioso lo que hará la diferencia entre el CONOCIMIENTO -por gradual que vaya resultando- y la perpetuación de creencias infundadas que sólo avivan el MIEDO A LO DESCONOCIDO y sus lamentables consecuencias, especialmente en casos reales de manifestación paranormal, como nos consta a quienes hemos vivido de cerca una de ellas, pues no es cuestión de “tener fe” -la muletilla de los “expertos” tradicionales- sino de saber CÓMO está operando el fenómeno para actuar en consecuencia.

 (Publicado originalmente en Sabersinfin el 31 de marzo de 2017)


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: Internet