sábado, 25 de noviembre de 2017

Hogares cómodos y saludables: ¿por qué no?


- La Historia Jamás Contada -

La cruda temporada invernal que atravesamos, con su estela de afecciones respiratorias, me lleva a retomar lo que fuera mi primer interés intelectual específico: la aplicación de la tecnología al mejoramiento de las condiciones materiales de vida, comenzando por las básicas de cobijo y resguardo.

Como niño de clase media baja, pero intelectualmente dotado, siempre estuve consciente de la posibilidad de ello, por lo que me intrigaba sobremanera la actitud de los adultos presuntamente “responsables” que no sólo no lo intentaban, sino que se burlaban de o incluso impedían que alguien con mayor visión técnica lo realizara: como si quisieran vivir permanentemente en una película de Pedro Infante, la “pornografía de la miseria” de aquellos tiempos.

En la clase media alta, sin embargo, sucedía exactamente lo opuesto: los antiguos menesterosos se esforzaban por remontar esa inercia cultural y abrirse a una vida moderna, confortable y estéticamente satisfactoria, abandonando decididamente la mitología nacional-priísta de que había que vivir como “inditos”, reales o de celuloide. (No era aún la época en que el latinoamericanismo jesuita convirtiera en actitud “revolucionaria” (¿?) mimetizarse con los pueblos de Sudamérica.)

Estaban pues, dadas las condiciones subjetivas, pero faltaban las científicas y técnicas para emprender una reforma radical del aspecto habitacional, superando dialécticamente el empirismo de los maestros de obras mediante la perspectiva universitaria que brindan la Ingeniería y la Arquitectura. (Me consta que hubo intentos, pero siempre pesaron más la tradición y la pereza mental, inhibiendo su objetivación en los planes de estudios profesionales y reglamentos de construcción.)

Así es como ahora, cuarenta años después, seguimos sufriendo las mismas incomodidades y expuestos a riesgos sanitarios que debieron quedar técnicamente acotados desde entonces: en primer lugar, por falta de un aislamiento térmico adecuado, que mitigue ambos extremos de la temperatura exterior. Existe ya plenitud de técnicas y materiales para hacerlo, algunos bastante amigables con el ambiente. (También de entonces datan los primeros modelos matemáticos computables que simulan el desplazamiento aparente del Sol durante el día todos los días del año, haciendo posible el diseño exhaustivo no sólo de la orientación de la casa, sino la disposición de habitaciones, dependencias y anexos en cuanto a captación de luz y calor, áreas verdes, zonas húmedas, etc.)

Otro aspecto a considerar es la ventilación y condicionamiento de la temperatura y humedad, así como el filtrado del aire que circula por el interior, como pueden ser mallas que impidan el ingreso de mosquitos al caer la tarde en temporada de lluvias. Otro es el factor RUIDO –el que ingresa vía aire y el estructural-, que debe ser reducido a niveles que permitan el descanso, la concentración y el trabajo creativo. (El ruido es, en las ciudades, el principal detonante del stress.)

Concluyendo, tenemos que plantearnos seriamente contar, como norma, con habitaciones que nos garanticen un mínimo de salud y bienestar, y así poder emprender nuestras actividades cotidianas, siendo la Ciencia y la Tecnología los instrumentos idóneos para conseguirlo, siempre que las apliquemos sistemática y consecuentemente, enmendando el ERROR HISTÓRICO de las generaciones que nos precedieron.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 29 de enero de 2016)

Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: disenoyarquitectura.net