sábado, 25 de noviembre de 2017

El ABC de la Pornografía


- La Historia Jamás Contada -

A exactamente… ¡27 años! –toda una generación- del inicio de un proyecto estudiantil de investigación sobre CINE PORNOGRÁFICO, que marcara un hito dentro de las actividades académicas de la Universidad pública local –Colegio de Psicología-, que para entonces conservaba aún cierto margen de autonomía ideológica frente al Estado y otros poderes (fácticos) como las Iglesias, resulta oportuno retomar el tema, antiguo como la Humanidad, pero tradicionalmente relegado no sólo de la reflexión erudita, sino de la consideración pública misma, manteniéndolo artificialmente en el underground.

La pornografía –esto es, la descripción o presentación explícita del sexo- es sin duda uno de los componentes del ser social de una población en una época determinada, ya que expresa la forma en que ésta toma conciencia colectiva de los deseos y fantasías eróticas de sus miembros individuales, dejando de ser subjetivos e inefables para convertirse en asunto de dominio público, en un proceso comunicativo –“hacer común”- por antonomasia.

Sí, la pornografía perturba a quien la lee, escucha o mira –según-, pero su respuesta emotiva específica está condicionada por la crianza –upbringing- que haya tenido, cuando le enseñaron, inculcaron o impusieron los que es “correcto” o no. Así que de la recepción que tenga un sujeto del estímulo pornográfico, puede deducirse la relación que quedó establecida entre él y su cuerpo y sus sensaciones.

Esta es la clave del ocultamiento –censura- o incluso persecución de la pornografía, pues hay quienes la encuentran intolerable por las reacciones corporales involuntarias –para ellos, inconvenientes – que les provoca y suponen neuróticamente esta incomodidad en todos los otros, que pueden sentirla o no, esto es, que no les afecta negativamente. Eso nos lleva directamente al fondo de todo: la Educación. (El pionero inglés de la sexología, Havelock Ellis, señalaba que la literatura piadosa era una especie de “pornografía al revés” por estar obsesionada con el sexo, pero para negarlo.)

Hará unos 35 años, el conductor de un noticiario radiofónico local, se hizo una pregunta que quedo literalmente al aire: ¿qué haría un maestro si descubriera una revista pornográfica a uno de sus alumnos?

Siendo la pornografía uno de mis intereses teóricos desde la pubertad, di con una respuesta práctica: se la pediría prestada unos minutos para verla con el grupo y que todos la comentaran y discutieran. Es el procedimiento standard de los sexólogos educadores, preparados para abordar objetivamente estos temas, sin que los “traicione” una conflictiva personal no resuelta, como sucede con los blue noses, que montan verdaderas cruzadas para luchar contra sus propios –para ellos- “demonios” de la carne, la lujuria, el SEXO.

Por eso hay que conocer la pornografía, su historia, sus géneros, las investigaciones científicas que se han hecho sobre sus efectos, para orientarnos y poder orientar a otros. De otro modo, sería como en la pregunta capciosa que hice a mi anfitrión y otro invitado en un programa nocturno: “¿Qué se dice de quien no ha oído del sexo anal?” Respuesta: “Que es un ANAL-FABETA”.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 4 de enero de 2016)

Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: genbeta.com