lunes, 27 de noviembre de 2017

Ejercer el derecho al autodidactismo


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Todos somos autodidactas a lo largo de nuestra vida. Cualquier persona tiene la facultad de dirigir, controlar, regular y evaluar su forma de aprender de forma consciente e intencionada, e inclusive si lo desea puede hacer uso de estrategias de aprendizaje para lograr su meta.


A esto también se le conoce como autoaprendizaje, que  estrictamente significa aprender uno mismo en un acto autorreflexivo.

El aprendizaje autónomo consiste en aprender mediante la búsqueda individual de la información y la realización también individual de prácticas o experimentos.

El autoaprendizaje es algo que el ser humano, los mamíferos y otros animales poseen en sí mismos y lo hacen a través del juego,  lo que les permite adquirir habilidades o mejorar las que ya se poseen.

Y ¿para qué sirve el autodidactismo? Sirve para que el ser humano trascienda y haga trascender a este mundo, para que lo conozca, lo transforme y lo mejore. Por eso tenemos que asumirnos todos como autodidactas, no dejar de aprender nunca, no dejar buscar el conocimiento y aplicarlo, es la única forma de poder avanzar y  recrear la realidad que nos envuelve alrededor.

Por lo tanto tenemos que ser conscientes de esta capacidad de  autodidactismo, y tiene que ser una forma de vida de niños, jóvenes y adultos. Si no acumulamos experiencia, les damos orden y forma a los conocimientos y lo aplicamos a transformar la realidad ¿cómo podríamos avanzar?

Cuando las escuelas eran un bien escaso muchas personas que ahora tendrían más de 100 años, y muchas de generaciones atrás, se formaron en el autodidactismo: tuvieron una chispa de curiosidad y empezaron a observar, a investigar, a experimentar, empezaron a aprender de su propia experiencia.

El autodidactismo es en esencia liberador, por ello un hombre que no guarda sus experiencias de vida, pierde la posibilidad de crecer más porque tiene que ensayar el conocimiento a cada instante, en vez de hacer una acumulación, como en el caso del dinero, donde cada centavo cuenta hasta hacer una cantidad mayor.

Todo científico es una suerte de autodidacta, tiene como punto de partida una inquietud, una interrogante, pero no existe referencia alguna de lo que él creará a través de su conocimiento propio. Entonces el científico tiene que sentarse, ensayar, observar y con sus propios conocimientos probar todas las alternativas posibles, hacer anotaciones de sus observaciones, platicarlo con colegas y establecer relaciones de esos conocimientos.

Tenemos una deuda de abonar al conocimiento del mundo,  tenemos que ejercer como un derecho nuestro autodidactismo.

Esta autonomía en el aprendizaje debe de ser el fin último de la educación, que se expresa en aprender a aprender.

Créeme que si aprendemos a aprender retomaremos las riendas de nuestro futuro individual y colectivo. En eso radica la importancia del autodidactismo. Ni más ni menos que eso está en juego.

Imagen: bibliotecavilareal.wordpress.com

Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.